viernes, 28 de septiembre de 2012

Números rojos.

Bonsoir les amis.
Hoy ha sido un día raro, como se esperaba. No es un día cualquiera y desde aquí, desde tan lejos, se nota sino el doble, el triple. Pero bueno, todos tenemos nuestros días raros, y rodeada de gabachos no iba a ser menos claro.
Sentimentalismos aparte, Francia es un país donde sales de casa y vuelves a la hora hasta arriba de deudas sin ni siquiera darte cuenta. Puedes quedarte a números rojos en una cuenta de débito, y que quieran cobrarte ocho euros de comisión por tres eurillos de despiste. El Erasmus es un maldito derroche - lo peor es que lo más caro han sido mis libros de alemán, que yo sólo tiro de cerveza Kronenbourg. Esto cuando no tienes que pegarte con las compañías telefónicas por meterte - así, sin delicadeza ni nada - en una tarifa de cuarenta euros al mes con la que bien puedes llamar a Esperanza Gracia todas las noches. Eso sí, esta no siendo ni siquiera tu compañía, sino sólo la encargada de dar de alta la línea de tu casa. Unos procesos difíciles de entender en este país lleno de crêpes (pero de blé noir, que están más ricas) y alguna que otra viennoiserie - cuanto menos apetecibles.
En el plano académico, la situación se tuerce aún más cómica. A un lado del cuadrilátero, un contrato de estudios que entregar firmado por ambos coordinadores antes del lunes; al otro, un coordinador que tan pronto aparece en Colombia como en Perú, pero que se resiste a presentarse en vuestra cita (haciéndose el remolón vamos). Ya veremos en qué deriva todo esto, igual tendré que empezar a pensar cosas peruanas en las que cagarme claro.
El clima no ayuda; tos que se mezcla con resfriado - juntos y revueltos. Pero nada que no se pase con un poco de edredón de lunares, caja de pañuelos importada de España (Mercadona siempre presente) y alguna buena película.
Se hace raro pensar que ya llevamos cuatro semanas aquí, que se dice pronto. Se hace raro pensar que hace cuatro semanas recibí las llaves de mi pisito de la Résidence le Verdanson, hace cuatro semanas que empezó esta aventura y no, no os penséis que sólo me quejo. Aunque me encante, no puedo evitar decir que estoy agusto, que estoy comiendo bien, que hablo francés y que empiezo ya a sentirme un poquillo gabacha (cenar a las ocho ayuda bastante a esta última observación).
Me alegro de estar aquí, de haber hecho esa solicitud hace casi un año, de haber hecho esas maletas hace un mes y de haber embarcado en la bonita Montpellier hace ya cuatro semanas.
...Aunque bueno, igual os echo de menos a todos un poquito, sólo igual.



P.D: Soy muy original y sigo tirando de mi carpeta de tour fotográfico por Montpellier. Ante ustedes, se alza la majestuosa Cathédrale de Saint Pierre, en pleno casco histórico de la ciudad, conocida por su bonito pórtico.

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